Tras los excesos navideños, lo más efectivo es recuperar nuestros buenos hábitos.
En Navidad todo brilla y hasta la mesa resplandece. Celebramos en familia, y todo está buenísimo. Solo nos preguntamos el porqué de tanto exceso, cuando llegamos a la tercera semana y notamos que la cremallera sube con dificultad, y ahí, empiezan los remordimientos. Pero cuidado, no debemos caer en la trampa de las “dietas milagro”.
En Navidad todo brilla y hasta la mesa resplandece. Celebramos en familia, y todo está buenísimo. Los postres nos acompañan en la sobremesa y seguimos picando. Y así, durante todas las Fiestas. Solo nos preguntamos el porqué de tanto exceso, cuando llegamos a la tercera semana y notamos que la cremallera sube con dificultad, y ahí, empiezan los remordimientos. Pero nos llega el Nuevo Año, y con él esperamos cumplir nuestros buenos propósitos. Todos queremos perder esos “kilitos demás”. Pero cuidado, no debemos caer en la trampa de las “dietas milagro”. Lamentablemente, estos métodos de perder peso en dos días, que nos resultan tan atractivos, no son lo que parecen, además de ser ineficaces a largo plazo, suelen ir acompañados de efectos nocivos para nuestra salud.
Este tipo de “dietas milagro”, nos pueden producir desde mareos y cansancio extremo por la falta de glucosa, principal fuente de energía de nuestro organismo hasta nauseas, aumento de ácido úrico, triglicéridos, colesterol, y cetosis. Además, no se pueden mantener a largo plazo ya que pueden dar lugar a carencias nutricionales y a graves trastornos metabólicos y cuando el individuo vuelve a sus antiguos hábitos alimentarios recupera el peso perdido rápidamente llegando incluso a superar el peso inicial (efecto rebote).
Lo mejor es recuperar los hábitos saludables
La vuelta a la normalidad implica recuperar los buenos hábitos. El comienzo de un nuevo año supone el reto de cambiar las costumbres mejorables hacia una vida más sana, que sea garantía de bienestar. No se necesitan dietas caprichosas, suplementos, entrenamientos de lujo o cantidad de tiempo y dinero para mejorar su salud. Una clave para alcanzar sus deseos es plantearse objetivos y metas realistas.
La mejor manera de recuperar nuestro peso ideal de forma saludable y lograr mantenerlo no es cuestión ni de milagros ni de dietas fugaces. Se trata de modificar nuestra alimentación introduciendo hábitos de vida saludables en nuestro día a día hasta conseguir una vida activa y una alimentación variada y equilibrada donde todos los alimentos tengan cabida en su justa proporción. Para ello, podemos contar con el asesoramiento de un profesional, o bien seguir nuestras recomendaciones:
- Aumentar el consumo de frutas, verduras y hortalizas. Se recomienda consumir de 3 a 5 raciones al día de este grupo de alimentos. Por ejemplo, tomando 3 piezas de fruta, un plato de verduras y eligiendo ensalada de guarnición.
- Aumentar el consumo de legumbres al menos dos veces por semana. No solamente, por sus propiedades nutritivas, sino también porque son fuente de fibra soluble, que además de producir sensación de saciedad, retiene parte de las grasas y el colesterol procedentes de la dieta, ayudándonos así a eliminarlo, evitando que nuestro intestino lo absorba.
- Consumir al menos 2-3 veces por semana pescado, alternando pescado blanco y azul. Es cierto que el pescado azul es más graso y calórico, pero esta grasa es saludable ya que contiene ácidos grasos omega-3. Cuando cocinemos pescado azul, debemos tener esto en cuenta y elegir técnicas culinarias como el horno, la plancha o el papillote en las que se utiliza muy poca grasa.
- Elegir las partes de las carnes más magras, pechuga en el caso de las aves, y solomillo y lomo en el caso de la ternera o el cerdo. Siempre hay que retirar la piel ya que contiene mucha grasa y colesterol y si se aprovechan los restos para hacer caldos siempre desgrasarlos antes de consumir.
- Huevos, hasta 4 por semana. El huevo a pesar de tener una cantidad inigualable de nutrientes y estar repleto de vitaminas y minerales es bajo en calorías, un huevo mediano contiene únicamente unas 70 Kcal. Además, gracias a su alto contenido en proteínas, aumentan la sensación de saciedad que se experimenta después de comer.
- Lácteos desnatados o semidesnatados ya que además de aportar menos calorías, tienen menos grasas saturadas.
- Los cereales, como la pasta, arroz, pan y derivados, mejor integrales. Nos aportan más fibra, minerales y vitaminas que su versión refinada y ayudan a mantener constante el nivel de glucemia en sangre.
- Limitar el consumo de comida rápida, snacks y bollería industrial. Además de aportar muchas calorías, también contienen gran cantidad de grasas saturadas, grasas trans, y sodio que como ya sabemos son factores de riesgo para la enfermedad cardiovascular.
- Agua e infusiones en vez de refrescos azucarados.
- Limitar el consumo de alcohol. Además de sus conocidos efectos nocivos para la salud, el consumo excesivo de alcohol también aporta calorías de más: 1g de alcohol aporta 7 Kilocalorías.
- Elegir técnicas culinarias que requieran poca grasa: Horno, plancha, parrilla, hervido, cocido o en papillote.
- Realizar actividad física diaria. La actividad física beneficia a nuestra salud física y mental. No debemos olvidar que realizar 30 minutos de ejercicio aeróbico moderado al día, algo tan fácil como caminar a buen ritmo, no solo hará que gastemos calorías, sino que también nos ayudará a prevenir la enfermedad cardiovascular.
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