«Si cenásemos como en los años 70, en familia, habría menos obesidad»
El pasado 26 de octubre La Opinión de Málaga entrevistó a la investigadora en nutrición Marta Garaulet.
El método Garaulet para perder peso triunfa en toda España. Su clave: combinar la dieta mediterránea con técnicas americanas. Su creadora ha recibido el Premio Doctor Marañón, concedido por la Real Academia de Gastronomía.
¿Qué ha supuesto para usted el Premio Doctor Marañón?
Un honor, porque todas las personas que he admirado en mi carrera profesional lo han recibido: Manolo Ríos, Francisco Grande Covián, Valentín Fuster, etc. Esto me viene a decir que voy por muy buen camino y es algo que me ilusiona.
Se le conoce mucho por su método de adelgazamiento, pero detrás de su trabajo hay años de investigación. ¿Trabaja en algo concreto ahora?
Cuando estuve en Estados Unidos haciendo un máster en Harvard me metieron la ciencia en vena. Porque es la ciencia la que trata de dar respuestas al porqué de las cosas y yo al estar en contacto directo con mis pacientes debo buscar muchas respuestas a la obesidad, ya que es muy compleja y se debe a muchas causas. Mis últimos trabajos se han centrado en las horas relacionadas con la obesidad y el adelgazamiento. No solo es importante lo que se come, sino también cuándo se come. He realizado un trabajo con Harvard, que ha tenido muchísima divulgación, en el que hemos podido demostrar que la hora en la que se realiza la comida principal, la del mediodía, es muy importante: aquellas personas que comían después de las tres del mediodía perdían menos peso que las que lo hacían antes, ingiriendo la misma cantidad y el mismo tipo de alimentos. Es muy importante respetar los horarios.
¿Existe la dieta milagro?
No existe. Lo que hay es mucho oportunista que cae igual de rápido que sube. Ojalá existiera esa dieta milagro.
¿Cuál es el éxito del método Garaulet?
Fusiona la dieta mediterránea con técnicas muy americanas, como la fast food: botes de legumbres, ensaladas de bolsa… Es una dieta que no necesita de horas para preparar la comida porque eso al final lo que provoca es que la abandonemos. Además, se basa en un cambio de hábitos y de conductas.
¿Cuál es la mayor aberración que ha oído o leído en relación a una dieta?
Hay tantas, y crees que no saldrán más cosas, pero salen. Una de ellas sería que los alimentos ácidos no son buenos porque no se pueden absorber, y eso es mentira. También hay quien realiza los test de alergias, cuando la obesidad no es una alergia. La obesidad es un tema muy importante porque llega a amargar la vida de quien la padece. Cuando se pierden cinco kilos sube la autoestima y también está que la sociedad es muy injusta y si has perdido peso te ve más lista, más guapa. Es una pena, pero es así.
Existen varias campañas para luchar contra la obesidad infantil, ¿hasta qué punto tienen la culpa los padres?
No quiero hablar de culpa, pero la responsabilidad es total. Un niño come lo que le dejan comer y actualmente se ha perdido la disciplina en la alimentación, y muchos padres con tal de que no le den el follón dejan que sus hijos coman lo que quieran. Si comiéramos o cenásemos como en los años sesenta, en familia, sentados en una mesa y sin la tele, relajados, habría menos obesidad.
Con el tipo de vida que llevamos, ¿la sociedad va encaminada a ser obesa?
No. Vamos encaminados a donde queramos ir, como todo en la vida. Nada es determinante, ni nacemos ni morimos obesos, tenemos la capacidad de hacer cosas y cambiarlas.
Fuente: La Opinión de Málaga