Recordando al descubridor de las estatinas
El descubrimiento de las estatinas por parte del doctor japonés Akira Endo en 1973 es el segundo avance farmacológico más importante del siglo XX, después del descubrimiento de la penicilina por parte del doctor Alexander Fleming en 1928. Las estatinas, desarrolladas tras el descubrimiento del Dr. Endo, revolucionaron la medicina y demostraron ser el tratamiento más eficaz para reducir el riesgo asociado a la enfermedad ateroesclerótica cardiovascular y prolongar la vida.
Pocos fármacos en la historia de la cardiología y de la medicina en general han demostrado tantos beneficios como las estatinas. Cerca de 30 años han pasado desde que se publicó el primer ensayo clínico de prevención de la enfermedad cardiovascular que demostró la eficacia de este grupo de medicamentos.
A pesar de esta evidencia, estos medicamentos están infrautilizados. Esta situación sólo puede cambiarse mejorando el conocimiento de los pacientes y de los prescriptores sobre la importancia del uso de estatinas en pacientes con enfermedad cardiovascular o con factores de riesgo como la Hipercolesterolemia Familiar. El conocimiento sobre cómo lidiar con la intolerancia a las estatinas también es de vital importancia para su adecuada utilización.
En 1971, el Dr. Akira Endō, que trabajaba en la empresa farmacéutica Sankyo en Tokio, especuló que los hongos no sólo contenían antibióticos sino también inhibidores de otros procesos, como el metabolismo del colesterol. Durante un período de varios años, examinó más de 6000 cultivos de hongos hasta que surgió un resultado positivo. Este compuesto, descubierto en 1973, recibió el nombre de mevastatina. Desde entonces, se han comercializado seis estatinas más. Estos medicamentos ahora se utilizan para prevenir eventos cardiovasculares en decenas de millones de personas en todo el mundo todos los días.
Su descubrimiento no sólo convirtió a las estatinas en la piedra angular para reducir el colesterol, sino que también cambió la historia natural del tratamiento de las enfermedades cardiovasculares y prolongó la vida de los pacientes, tanto en la prevención primaria como secundaria de la enfermedad cardiovascular. Durante las últimas décadas, las estatinas son los fármacos más utilizados en el mundo. Se estima que más de 200 millones de personas las toman para la salud del corazón. De hecho: “las estatinas han significado para las enfermedades cardiovasculares lo que la penicilina supuso para las enfermedades infecciosas”.
Un meta análisis de 94.000 pacientes en prevención CV primaria mostró que el uso de estatinas redujo el riesgo de presentar un infarto de miocardio un 38%. Cada reducción del colesterol-LDL en unos 40 mg/dl se asoció con una reducción del riesgo de eventos cardiovasculares de un 23 % en el quinto año y de un 30 % en el séptimo año de tratamiento.
Los niveles elevados de colesterol-LDL en personas jóvenes aumentan el riesgo de enfermedad cardiovascular aterosclerótica en mayor medida en comparación con la misma exposición en personas mayores. Esto enfatiza la necesidad de controlar el colesterol-LDL en etapas tempranas. Por lo tanto, para que el tratamiento con estatinas sea especialmente eficaz debe realizarse de acuerdo con los principios: «cuanto más tiempo, mejor» y «cuanto antes, mejor».
Para un adecuado uso se debe reconsiderar la denominada “intolerancia a las estatinas”, ya que son uno de los fármacos mejor tolerados. Sin embargo, la falta de conocimiento integral en muchas ocasiones de médicos y pacientes, ha favorecido que los movimientos anti-estatinas difundan a través de los medios de comunicación una imagen poco favorable de las estatinas, de la mano de las denominadas “fake news”, que de manera inapropiada explotan la intolerancia a éstas de determinados pacientes como una debilidad del medicamento. En este contexto, un estudio mostró que la prevalencia de información errónea sobre las estatinas en los sitios web era del 23%. Este estudio también demostró que proporcionar información sobre los beneficios y las formas de abordar los raros efectos secundarios de las estatinas aumentaba significativamente la adherencia al tratamiento.
“Un medicamento que no causa efectos secundarios no tiene ningún efecto”. El motivo para no utilizar estatinas es principalmente el miedo a la intolerancia, algo que llamamos efecto nocebo: situación en la que un paciente presenta los posibles efectos secundarios o síntomas que produce un medicamento solo porque el paciente cree que pueden ocurrir. Este efecto podría ser responsable de hasta el 90% de los casos de intolerancia. Según la evidencia disponible, el incumplimiento del tratamiento con estatinas, que puede deberse a los efectos secundarios, pero mayormente al incumplimiento por parte del paciente y a la inercia del médico, es un riesgo independiente para la enfermedad cardiovascular. Un estudio en el que participaron 347.104 pacientes con enfermedad cardiovascular que tomaban estatinas demostró que, en comparación con los pacientes más adherentes, el riesgo de muerte aumentaba hasta un 30% a medida que la adherencia disminuía.
El reto de salud pública no es el uso excesivo de las estatinas sino su infrautilización, incluso en pacientes de elevado riesgo cardiovascular. Las preocupaciones acerca de la medicalización en la prevención de la enfermedad cardiovascular no se sustentan con los datos disponibles. La adherencia de las estatinas a largo plazo se puede mejorar por la superación de las percepciones erróneas, por los informes equilibrados en los medios y a través de una comunicación estrecha y la toma de decisiones compartidas entre los pacientes y sus médicos. En resumen, “el efecto adverso más importante de las estatinas es que salvan vidas”.
Los recuerdos del científico con el que iniciamos esta nota, los escribió el mismo en un artículo publicado en 2008 en Nature Medicine y que tituló: «A gift from nature: the birth of the statins» (“Un regalo de la naturaleza: el nacimiento de las estatinas”).
Fuente: Fundación HF y European Heart Journal 2024; 45:647–650
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