¿Por qué las personas no toman fármacos que salvan vidas como las estatinas?
Pocos fármacos en la historia de la cardiología y de la medicina en general han demostrado tantos beneficios como las estatinas. Más de 20 años han pasado desde que se publicó el primer ensayo clínico de prevención de la enfermedad cardiovascular que demostró la eficacia de este grupo de medicamentos. Desde entonces han sido numerosos los estudios clínicos que han confirmado los beneficios de las estatinas en la reducción del colesterol LDL y en la disminución de la mortalidad cardiovascular, incluidos la reducción de los infartos de miocardio, ictus, procedimientos de revascularización coronaria y las muertes de origen cardiovascular con solo un ligero aumento en los efectos adversos como dolores y debilidad muscular.
En base a datos de estudios retrospectivos aproximadamente el 20% de las personas que toman estatinas la suspende debido a sospecha de efectos adversos. De estos, el 35% reinician el tratamiento con estatinas y más del 90% las toleran, mostrando que las razones para suspenderlas no estaban relacionadas con la medicación en la mayoría de los casos.
Este punto clave se omite en algunas publicaciones y se informa ampliamente en algunos medios de comunicación, a pesar de ser una afirmación errónea. El impacto es que después de publicar estas noticias en los medios, inmediatamente aumenta la suspensión en la toma de estatinas por parte de los pacientes. Habitualmente, este aumento fue transitorio y después de seis meses la toma de estatinas de nuevo vuelve a los niveles esperados. Una reciente publicación en el British Medical Journal estimó que, como resultado de suspender la medicación debido a las noticias infundadas de los medios de comunicación, alrededor de 220.000 personas en el Reino Unido podrían haber suspendido la toma de estatinas, lo que podría haber conducido a un exceso de hasta 6.400 casos de enfermedades cardiovasculares evitables. Hallazgos similares también se han descrito en otros países.
Habitualmente los medios de comunicación prefieren una historia sensacionalista que una que no lo es. El giro en los comunicados de prensa puede exagerar la importancia de los hallazgos, por ejemplo extrapolando desde resultados de marcadores de valoración indirectos a trasladarlos a la práctica clínica o inclusive en ocasiones, estudios de laboratorio o en animales cuyos efectos se trasladan a las personas o a la práctica clínica.
La comunicación de los hallazgos de investigación en salud implica una especial responsabilidad en los investigadores, en los que escriben las notas de prensa y en los periodistas. En un estudio en Gran Bretaña la mayoría (98%) de los médicos consultados creen que la cobertura de los medios respecto a los efectos adversos de las estatinas contribuye a que una elevada proporción de los pacientes cuestionen el consejo o rehúsen la prescripción indicada por sus médicos, especialmente en ausencia de enfermedad cardiovascular previa. Para mejorar esta situación es importante la comunicación entre los pacientes y sus médicos acerca de los riesgos de la enfermedad cardiovascular, de los beneficios (especialmente a largo plazo) y de los potenciales efectos adversos de la toma de estatinas (muy infrecuentes y reversibles) para poder tomar una decisión conjunta.
El reto de salud pública no es el uso excesivo de las estatinas sino su infrautilización, incluso en pacientes de elevado riesgo cardiovascular. Las preocupaciones acerca de la medicalización en la prevención de la enfermedad cardiovascular no se sustentan con los datos disponibles. La adherencia de las estatinas a largo plazo se puede mejorar por la superación de las percepciones erróneas, por los informes equilibrados en los medios y a través de una comunicación estrecha y la toma de decisiones compartidas entre los pacientes y sus médicos. En resumen, “el efecto adverso más importante de las estatinas es que salvan vidas”.
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