Pedro López Fernández

59 años
Villanueva del Ariscal (Sevilla)

Pedro sabía que tenía el colesterol excesivamente elevado desde que a los 35 años, dado que trabajaba en una gran empresa, se lo detectaron en una revisión médica. Pero en aquel tiempo, hace más de veinte años, “no me dijeron los riesgos que corría”, recuerda. Sin embargo, el colesterol se hizo presente en circunstancias verdaderamente singulares. Su mujer fue ingresada por una intervención quirúrgica, él la acompañaba, y cuando salió de la habitación para echar un cigarrillo, “ahí fue todo: una gota de sudor por cada cabello de la cabeza, un poco de mareo, hasta que perdí el conocimiento”. Era un infarto, por el que tuvo que ser intervenido para implantarle dos by pass. A partir de ahí, el doctor José Villar, internista del Hospital Virgen del Rocío, se interesó por su caso. Ahora mismo, está “dentro de lo que cabe, bien”. Está jubilado, pero no para: “me levanto muy temprano y hago los mandados de toda la familia, sobre todo de mi hija, que ha puesto una tienda”. Por lo demás, él sigue una vida normal, de comida sana: “no me extralimito, aunque bueno, ya sé que el queso curado no es bueno, pero una tapa de queso con una manzanilla…. Rígido, rígido, rígido no lo llevo, pero no me paso, lo llevo bien“. Pedro tiene un hermano y dos hermanas, ninguno de los cuales ha heredado la HF, y dos hijos, un chico y una chica, de 30 y 31 años, que la han heredado los dos, y aunque están informados, “no lo respetan del todo porque la edad…”. Por último, insiste en agradecer al doctor José Villar “y a su equipo la paciencia que ha tenido conmigo y nuestra familia”, agradecimiento que extiende a la Fundación, sobre la que opina que “todo el apoyo que le demos es poco”, tanto por las personas que hoy sufren, como él, la HF, como por “los que vengan”.