La OMS quiere eliminar las grasas trans
Eliminar los ácidos grasos trans producidos industrialmente en alimentos manufacturados es el objetivo que se ha marcado la Organización Mundial de la Salud (OMS) para el año 2023 con el lanzamiento de Replace, una guía de actuación dirigida a todos los países. Las estadísticas apuntan a que estos ácidos grasos son responsables de más de 500.000 muertes al año y de gran número de enfermedades cardiovasculares, primera causa de fallecimiento en el mundo.
Según el informe de la OMS, las grasas trans producidas industrialmente, conocidas por los consumidores como aceites vegetales parcialmente hidrogenados, se encuentran en las grasas vegetales sólidas, como determinado tipo de margarinas, en aceites baratos utilizados para la fritura en sitios de comida rápida, alimentos precocinados, bollería y pastelería industrial, galletas saladas y dulces industriales, helados, patatas fritas “de bolsa”, aperitivos, chucherías y palomitas de microondas. Asimismo, la OMS explica que los fabricantes las utilizan con frecuencia debido a que son baratas y tienen una vida útil mayor que otras grasas. Sin embargo, se pueden utilizar alternativas más saludables sin afectar al coste o al sabor de la comida, pero que serán beneficiosas para el corazón.
Tomar unos 5 gramos al día más de grasa trans (el equivalente a la que contiene un croissant industrial estándar) aumenta en un 25 por ciento el riesgo de padecer una enfermedad cardiovascular. Por estos motivos, la OMS pide su eliminación y recomienda que el consumo de grasas trans no supere los 2 g diarios, o lo que es lo mismo, el 1 por ciento de la ingesta energética total. Otras instituciones son aún más estrictas, tanto la EFSA (European Food Safety Authority) como la FDA (Food & Drug Administration) norteamericana indican que su consumo debe reducirse al mínimo posible.
Algunos países ya han aplicado medidas para reducir las grasas trans en la alimentación, como es el caso de Dinamarca, Canadá, Suiza, Inglaterra y los Estados Unidos. A partir de Julio de 2018, todos los productos vendidos en los Estados Unidos deben estar libres de ácidos grasos trans producidos industrialmente. En España, aunque Sanidad ha lanzado junto a la industria de la alimentación un plan para reducir entre un 5 por ciento y un 18 por ciento las grasas, azúcares y sal de 3.500 alimentos en el 2020, se necesita un plan más activo para eliminar las grasas trans como ya han hecho otros países.
Según Michael R. Bloomberg, exalcalde de Nueva York y embajador global de la OMS de Enfermedades no Transmisibles, «la prohibición sobre las grasas trans en la ciudad de Nueva York ayudó a reducir el número de infartos sin modificar el sabor o el coste de la alimentación. Eliminar su uso en el mundo podría ayudar a salvar millones de vidas. Un enfoque global para el control del tabaco nos ha ayudado a conseguir más progreso en la última década. Un abordaje similar de las grasas trans puede ayudarnos a progresar en la lucha contra la enfermedad cardiovascular».
Inventadas a principios del último siglo, los ácidos grasos trans se crearon cambiando la estructura molecular de las grasas vegetales. El proceso hace solido el aceite. Alargando su vida media y dando a los productos una textura cremosa, pero el producto también produce un daño importante en el sistema circulatorio. Sus efectos dañinos incluyen un aumento en los niveles del colesterol-LDL (conocido como malo) y un descenso del conocido como bueno o HDL. Las grasas trans también se han asociado con un aumento de los ataques cardiacos e ictus, así como un aumento en el riesgo de diabetes tipo 2 e incluso infertilidad en la mujer.
Medidas para limitar su consumo
La iniciativa de la OMS busca que los estados se comprometan a eliminar las grasas trans producidas industrialmente. Para ello, presenta seis acciones estratégicas: revisar la situación nacional; promover el reemplazo por otras fuentes de grasas más sanas; legislar para prohibir las grasas trans; evaluar el contenido en la cadena alimentaria y los cambios de hábitos en la población; crear conciencia entre la población y las industrias sobre sus efectos nocivos; e implementar la nueva legislación.
Es importante estimular a los gobiernos para que promulguen regulaciones para la eliminación de las grasas trans y que también regulen y desarrollen la normativa del etiquetado nutricional para que la composición en grasas trans de cada alimento sea conocida por el consumidor. Por otra parte, es fácil utilizar otras grasas más saludables, especialmente el aceite de oliva. También sería beneficioso para los ciudadanos conocer el nombre de las compañías que han eliminado las grasas trans de sus productos.
Las grasas son un “asesino silencioso” y la mayoría de las personas no son conscientes. Sin embargo, no necesitamos las grasas trans para vivir. La campaña promovida por la OMS, persigue erradicar globalmente las grasas trans de los alimentos en al año 2023. Esta acción podría potencialmente salvar hasta 10 millones de vidas, de acuerdo con los datos de la OMS.
Fuente: OMS. The NYT, Mayo 2018
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