La diabetes es un trastorno crónico caracterizado por un aumento de la concentración de glucosa en sangre. Hay dos tipos principales de diabetes mellitus, diabetes tipo 1 y tipo 2. La Diabetes de tipo 1 representa hasta el 10% de todos los casos de esta enfermedad. Frecuentemente se diagnostica antes de los 30 años, aunque puede presentarse a cualquier edad. Se produce cuando las células del páncreas encargadas de fabricar insulina se destruyen o se hacen insuficientes y dejan de generarla. Suele ser de origen autoinmune.
La diabetes tipo 2 representa el 90% del total de los casos, suele diagnosticarse por encima de los 40 años, aunque hay algunos casos en jóvenes. Se produce básicamente por una progresiva insensibilidad de las células, principalmente del hígado, tejido graso y muscular, a la acción de la insulina que favorece que la glucosa no pueda entrar en ellas y se acumule en la sangre. En paralelo se produce una disminución en la secreción de insulina por parte del páncreas. Los factores que precipitan la aparición de este tipo de diabetes son, especialmente, la obesidad y el sedentarismo. La prevalencia de diabetes mellitus ha aumentado en los últimos años, sobretodo del tipo 2, en paralelo al ascenso epidémico de la obesidad. En España afecta a más del 10% de la población adulta mayor de 40 años.
Tanto si la diabetes se debe a que la producción de insulina es insuficiente como si existe una insensibilidad a su acción, la concentración de glucosa en la sangre aumenta, dañando progresivamente los vasos sanguíneos y acelerando el proceso aterosclerótico lo que aumenta considerablemente el riesgo de padecer enfermedad cardiovascular.
El diagnóstico precoz de los diabéticos es el mejor método para reducir las complicaciones de esta. La hiperglucemia es la responsable directa de los síntomas típicos de la diabetes: poliuria (necesidad de orinar con mayor frecuencia), polidipsia (mayor sensación de sed) y polifagia (mayor sensación de hambre). Esta sintomatología puede hacer sospechar la presencia de diabetes; sin embargo el diagnóstico definitivo se realiza mediante el análisis de tres parámetros, la glucosa plasmática con ayuno de más de 8 horas (GPA), la glucosa plasmática tras sobrecarga oral de glucosa (GP tras 2h) y la hemoglobina glicosilada (HbA1c). Se considera que una persona es diabética cuando la GPA es superior a 126 mg/dl en al menos dos determinaciones, o si la GP tras 2h es superior a 200mg/dL. La HbA1c es diagnóstica de diabetes cuando está por sobre 6,5%. Pero también se utiliza para valorar el control de la glucemia a lo largo de los tres meses anteriores a su determinación. Se considera que la glucemia está bien controlada cuando la HbA1c se sitúa por debajo del 7%.
Dado que la Diabetes mellitus tipo 2 representa el 90% de todos los casos, y puesto que ésta se debe principalmente a factores modificables, se hace imprescindible la prevención para evitar o retrasar este trastorno. La prevención se basa fundamentalmente en seguir un estilo de vida saludable, evitando el tabaco y el alcohol, realizando ejercicio aeróbico periódico, manteniendo un peso adecuado, y llevando una dieta rica en hidratos de carbono complejos, frutas y verduras y pobre en hidratos de carbono simples y grasas saturadas. En general, sobre todo en los casos de Diabetes mellitus tipo 1, para conseguir un buen control de la glucemia hay que recurrir a la medicación.
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